Es popularmente conocido que Machu Picchu, escondida en un paisaje montañoso ubicado al noroeste de Cuzco (Perú), funcionaba como una propiedad real o un lugar de gran religiosidad, de naturaleza sagrada para los líderes incas, cuya civilización fue prácticamente aniquilada durante el siglo XVI a causa de la conquista Española. Durante el transcurso de cientos de años, hasta el momento en el que el arqueólogo estadounidense Hiram Bingham tropezó con ella en 1911, la existencia de la ciudadela abandonada fue un secreto que sólo conocían los campesinos locales. El complejo arqueológico se extiende a lo largo de 8 km y cuenta con más de 3.000 escalones de piedra que unen sus distintos niveles. Al día de hoy, cientos de miles de personas recorren Machu Picchu cada año, desafiando amplias multitudes y las condiciones climáticas y geográficas que complican su viaje para lograr ver la puesta de sol sobre sus imponentes monumentos de piedra y quedar maravillados ante el misterioso esplendor de una de las maravillas hechas por el hombre más famosas del mundo.
El pasado incaico de Machu Picchu
Los historiadores creen que Machu Picchu se construyó en el apogeo del Imperio Inca, que dominó el oeste de Sudamérica durante los siglos XV y XVI. Se calcula que sus estancias fueron abandonadas 100 años después de su construcción, alrededor de la época en que los españoles iniciaron la conquista de la poderosa civilización precolombina en la década de1530. A pesar de coincidir con las fechas, no hay pruebas de que los conquistadores llegaran o atacaran a la ciudadela ubicada en la cima de la montaña; en base a estos hechos, algunos han sugerido que la deserción y abandono de los residentes se produjo a causa de una epidemia de viruela que invadió la zona.
Muchos arqueólogos actuales creen que Machu Picchu sirvió de residencia real a los emperadores y nobles Incas. Otros teorizan que fue un lugar dedicado al culto religioso, señalando su proximidad a montañas y otros accidentes geográficos que los Incas consideraban sagrados. En los años transcurridos desde que Machu Picchu se dio a conocer al mundo han surgido multitud de hipótesis alternativas, que los estudiosos han interpretado también como una prisión, un centro de comercio, una estación para probar nuevos cultivos, un lugar de retiro para mujeres o una ciudad dedicada a la coronación de reyes, entre otros muchos ejemplos alternativos.
El «descubrimiento» de Machu Picchu por Hiram Bingham
En el verano de 1911, el arqueólogo estadounidense Hiram Bingham llegó a Perú con un pequeño equipo de exploradores con la esperanza de encontrar Vilcabamba, la última fortaleza Inca caída en manos de los españoles. Viajando a pie y en mula, Bingham y su equipo se adentraron en el valle del Urubamba, donde un granjero local les habló de unas ruinas situadas en la cima de una montaña cercana. El campesino llamó a la montaña Machu Picchu, que en quechua significa «pico o montaña vieja». El 24 de julio, tras una dura ascensión a la cresta de la montaña con un tiempo frío y lloviznoso, Bingham se encontró con un pequeño grupo de campesinos que le indicaron el resto del camino. Guiado por un niño de 11 años, Bingham pudo ver por primera vez la intrincada red de terrazas de piedra que marcan la entrada a Machu Picchu.
Bingham, entusiasmado, escribió en un libro todos los descubrimientos que tuvo sobre este lugar en los andes, el cual fue un éxito de ventas, «La ciudad perdida de los incas», con lo que grandes cantidades de turistas desesperados por conocerla acudieron en masa a Perú para seguir sus pasos por el antes oscuro Camino Inca. También excavó artefactos propios de la cultura Inca en Machu Picchu y los llevó a la Universidad de Yale para su análisis y estudio, lo que desencadenó una disputa por la custodia que duró casi 100 años. No fue hasta que el gobierno peruano interpuso una gran demanda y presionó al Presidente Barack Obama para que devolviera los objetos hasta que Yale accedió a completar su repatriación.
Aunque se le atribuye el mérito de haber dado a conocer la ciudadela de Machu Picchu al mundo además, la carretera que utilizan los autobuses turísticos para llegar a ella lleva su nombre, no es un hecho de que Bingham fuera el primer forastero en visitarla. Existen multitud de indicios de que misioneros y otros exploradores llegaron al lugar durante el siglo XIX y principios del XX, pero simplemente fueron menos explícitos o tuvieron menor aceptación sobre lo que descubrieron allí.
El emplazamiento de Machu Picchu
En medio de un bosque tropical andino o localmente conocido como ceja de selva, introducido en la vertiente oriental de los Andes peruanos, los muros, terrazas, escaleras y rampas de Machu Picchu se integran perfectamente en su entorno natural, sobresaliendo naturalmente dentro de la montaña sobre la que se levanta. El fino trabajo en piedra del lugar, los campos en andenes y el sofisticado sistema de irrigación son testimonio de la destreza arquitectónica, agrícola y de ingeniería que la civilización inca poseía y uno de los motivos por los que su imperio se extendió con tanta fuerza a lo largo de el continente Sudamericano. Sus edificios centrales son excelentes ejemplos de una técnica de albañilería dominada por los incas en la que las piedras se cortaban para que encajaran sin adhesivos entre ellas, esta práctica es conocida como sillería.
Los arqueólogos han identificado varios sectores diferenciados que conforman la ciudad: una zona agrícola, un barrio residencial, un distrito real y una zona sagrada. Entre las estructuras más distintivas y famosas de Machu Picchu se encuentran el Templo del Sol y la piedra del Intihuatana, una roca de granito esculpida que se cree que funcionaba como reloj o calendario solar y determinaba el solsticio aparente con gran exactitud.
Machu Picchu en la actualidad
La ciudadela fue nombrada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1983 y designada como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo Moderno en el año 2007, Machu Picchu es la atracción más visitada de Perú y las ruinas más famosas de Sudamérica, esta acoge a cientos de miles de personas al año. El aumento del turismo, el desarrollo de las ciudades cercanas y la degradación medioambiental siguen cobrándole factura al sitio, el cual también cabe recalcar que funciona de refugio para muchas especies de flora y fauna que se encuentran en peligro de extinción . Para evitar ello, el gobierno peruano tuvo que poner grandes restricciones para la visita y conservación de los restos arqueológicos durante lo últimos años.